domingo, 19 de enero de 2014

Londres: Richmond


Paseando por las riberas de su río (que sigue siendo el Támesis) con la misma placidez con la que lo haría en el countryside resulta increíble estar dentro de Londres; difícil de imaginar que este río sea el mismo al que miran el Big Ben o el London Eye y que tuerce en los docklands, junto a los antiguos edificios portuarios. Es más, no solo es el mismo, sino que a su paso por Richmond dibuja aquí, según los londinenses, el más bello de todos sus meandros. Por eso cuando llega el fin de semana el plan preferido de muchos de ellos es seguir los carriles bici y llegar pedaleando desde la ciudad. Otros lo hacen en barco, desde el palacio de Hampton Court, en un recorrido que tarda alrededor de tres horas. Mientras, a los más suertudos, para ver este Támesis pastoril les basta con subir la persiana, porque viven en él, en las embarcaciones amarradas en la orilla. Solo tienen que desplegar sus muebles de jardín en las cubiertas para ser la envidia de los paseantes.


Con el buen tiempo el ambiente que se respira en Water Lane, paralelo a la ribera del río, es casi el de un paseo marítimo: las señoras estrenan pamelas y los barecitos, como el White Cross, abren sus terrazas. La gente se descoca y enseña pantorrilla al mínimo asomo de sol; se actualizan a diario las tablas de mareas (que han dado más de un sustillo en la zona), y los astilleros trabajan a la vista de todos poniendo a punto sus embarcaciones. Si el tiempo aguanta, el ambiente estival tiene su mejor momento en septiembre, cuando termina aquí la Great River Race, la carrera fluvial más grande de Europa, que parte de los docklands y se convierte en un auténtico carnaval de disfraces.
Independientemente de las estaciones, Richmond tiene varios factores que lo hacen especial: es el único distrito de la capital que se expande a los dos lados del río (Richmond y Twickenham), el más verde de todos (con un 80% de su superficie de parques como el Richmond Park, Kew Gardens o Barnes Wetlands) y también el más saludable.
La fama de buen retiro le viene a Richmond de largo, igual que su relación con la monarquía desde el siglo XII. Eduardo III y Enrique I construyeron dos palacios reales en la antigua Shene, pero fue Enrique VII quien levantó allí un palacio que llamó “de Richmond”, en honor del antiguo castillo de Richmond de Yorkshire. Desde entonces comenzaría a hablarse de Richmond para referirse a toda la zona. Isabel I pasó largas temporadas en él, primero los veranos y cada vez con más frecuencia. Mataba los ratos paseando y cazando venados en los jardines de Richmond, y llamaba cariñosamente a su residencia “My little chocolate box”. La muerte le llegó también aquí, un 24 de marzo de 1603. Desde entonces, todas las vísperas de ese día se dice que su espíritu pasea por sus antiguos dominios. De aquel palacio ya no queda casi nada (solo la antigua puerta con el escudo de armas de Enrique VII y algunas zonas de servicio), ya que fue destruido durante la Commonwealth inglesa (1649-60).
La monarquía regresó a Richmond en el siglo XVIII, primero al Old Deer Park, y luego una milla al norte, a Kew, donde se construyó un fastuoso palacio. Sus jardines (una estación de metro antes) han sido declarados Patrimonio de la Humanidad. A esa época se deben también las casas más señoriales del borough: la Syon House, la Osterley Park House o la Chiswick House, construidas por aristócratas que, atraídos por codearse con la realeza, fueron desplazándose hacia aquí, al Green o a lo alto de la colina. De todas ellas, la Ham House es quizá la casa más especial. Está abierta al público, con tantas obras de arte como historias de fantasmas (de ambas tiene visitas guiadas). También es cinematográfica, porque en ella se rodaron escenas de la película Sentido y sensibilidad (1995) y, más recientemente, Nunca me abandones (2010), protagonizada por Keira Knightley, la actriz británica de moda, considerada el adalid de la elegancia que, como no podía ser de otra forma, nació, estudió y aún sigue viviendo en Richmond. Y es que Richmond engancha, ya lo dicen sus vecinos. “Los padres dejan de lado la ciudad por los niños, pero una vez estos se han hecho mayores, no quieren volver al centro”

Transporte
Metro: Richmond, líneas District y Overground.
Autobuses: líneas 33, 65, 190, 337, 371, 391, 419, 490, 493, H22, H37, R68, R70 y N22.
Lugares próximos
Hampton Court (8.1 km)
Richmond Park (1.6 km)
Ham House (2.8 km)
Syon House (2.9 km)
Chiswick House (5.0 km)

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