Estás en Santa Cruz de La Palma, pones rumbo al noreste de
la isla, te detienes en Los Tilos, estiras las piernas con un buen paseo entre
uno de los bosques de laurisilva más importantes de Canarias y, de repente, se
te ocurre que te apetecería darte un baño de agua salada.
¿Opciones cercanas? La playa de Puerto Espíndola, pero el
mar está un poco picado. ¿Qué queda? Pues nada más y nada menos que las
piscinas naturales de el Charco Azul, dignas del galardón Bandera “Ecoplayas”
durante varios años consecutivos y de estar consideradas como unas de las
mejores del archipiélago canario.
Esta zona de baño se ha convertido en una atracción natural
gracias a las características del charco, de grandes dimensiones y protegido
del oleaje, pero también a la piscina infantil con fondo liso, la pequeña
cascada, las escaleras, barandas, solárium, duchas, vestuarios, sus medidas de
seguridad, limpieza, vegetación y aparcamientos.
Las características de El Charco Azul permiten darse un
chapuzón en sus aguas prácticamente durante todo el año, aunque hay que
recordar que La Palma está en el océano Atlántico y el agua suele ser más bien
fría, incluso en verano.
El complejo está integrado por una piscina grande, una
infantil y una pequeña cala de piedra volcánica que se conoce como el “Charco
de las Damas”.
A corta distancia, siguiendo el paseo peatonal de El
Melonar, también se puede acceder a una pequeña playa, que suele tener poca
afluencia de público porque la arena no es precisamente lo que más abunda en el
lugar.
Sin embargo, si la marea está baja y el mar tranquilo, te
recomiendo acercarte a este lugar al menos para relajarte un rato y disfrutar
del paisaje marino de esta zona.
La entrada es gratuita, así como el uso de las duchas y de
los vestuarios.
El Charco Azul cuenta con un bar – cafetería que tiene precios
razonables, no como el restaurante que
hay por encima de las piscinas que es un timo.
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