jueves, 7 de marzo de 2024

Longleat

A Longleat se le ha llamado La casa de los prodigios. El visitante queda admirado desde el momento en que atraviesa las altas verjas, entra en el parque y recorre las tres millas que le separan del palacio. Grandes arbustos cuajados de rododendros y azaleas bordean la carretera. De repente, el bosque de hayas y cedros tricentenarios se abre para revelar abajo, en el fondo del valle, junto al lago, el gran palacio cuadrado de fachadas del más puro estilo renacimiento. El interior es otra historia. Excepto el gran vestíbulo Tudor, el resto es el resultado de las remodelaciones del XIX en un espectacular estilo italianizante. Mármoles y alabastro, techos dorados, tapices flamencos, cortinajes de terciopelo carmesí, una gran colección de pintura holandesa y varios tizianos y tintorettos. La visita termina con los peculiares murales pintados por el no menos peculiar actual marqués de Bath. Casado con una actriz húngara, tras años de bohemia en el barrio Latino ha continuado la obra de su padre. Éste abrió Longleat al público en 1948, la primera mansión en hacerlo. Es ahora una gran empresa comercial con el exterior convertido en parque de atracciones: magnífico parque safari, barcos en el lago, un tren de vía estrecha, casas de muñecas, el laberinto más largo del mundo y un programa de actividades, desde concentración de globos hasta concursos florales y caninos.

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