No hace falta irse muy lejos de Londres para visitar algunas ciudades
 pequeñas pero con un rico interés histórico. Entre ellas destaca St Albans, un enclave con fácil acceso al norte de la capital británica, 
cuya herencia romana ha sido destacada a través de diversos 
descubrimientos arqueológicos. Otro de los lugares más encantadores es 
Winchester, en el condado de Hampshire, antigua capital medieval del 
reino de Wessex. En su centro urbano, cerca de la magnífica catedral con
 la que cuenta, se yergue la estatua del rey Alfredo. Cerca de aquí 
vivía, en el siglo XIX, la destacada novelista Jane Austen.
Colchester, en el condado 
de Essex, esta a unas dos horas por carretera de Londres.
Colchester es una ciudad prerromana, 
llamada en la lengua céltica Camulodunum o ‘fortaleza de Camulos (dios 
de la guerra)’. En efecto, los romanos la establecieron como colonia
 principal destinando allí una Legión, y desde entonces Colchester ha 
sido una ciudad con acuartelamientos militares. Búdica, reina de la 
tribu de los Iceni, que vivía en aquella región, se rebeló contra la 
dominación romana, destruyendo no solo Colchester sino Londinium 
(Londres) y St. Albans también. Al final la rebelión fue sofocada, 
suicidándose Búdica. Su monumento se yergue a orillas del Támesis, cerca
 del muelle de Westminster.
Hoy día, el legado histórico más impresionante de Colchester es el 
castillo normando, del siglo XI, construido encima de los restos de un 
templo romano y dentro de un parque donde hoy en día prosiguen las 
exploraciones arqueológicas.
Colchester recibió, en la segunda mitad del siglo XVI, una inmigración 
cuantiosa de tejedores, que huían de la persecución que, como 
protestantes, sufrían en Flandes, parte del imperio español. Se 
establecieron en un barrio, llamado hasta hoy el Dutch Quarter, cuya arquitectura todavía sirve como testimonio de sus habitantes originales.
En el siglo XVII, Inglaterra sufrió una guerra civil, entre las 
fuerzas parlamentarias y los realistas de Carlos I. Colchester, 
precisamente, ubicada en una región que simpatizaba con los 
parlamentarios o ‘Roundheads’, fue ocupada por un ejército realista y 
luego asediada por fuerzas enemigas durante once semanas. Todavía 
algunos de los viejos edificios muestran señales de los cañonazos. 
Cuando al final los realistas se rindieron, los vencedores fusilaron a 
sus mandos en los alrededores del castillo, donde hoy en día se yergue 
un monumento dedicado a ellos.

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