Mostrando entradas con la etiqueta Trinidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Trinidad. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de marzo de 2024

Trinidad: Ingenio Guáimaro

El Ingenio “Guáimaro” Ubicado en el Valle de los Ingenios, en el municipio de Trinidad en la provincia de Sancti Spíritus, joya de la arquitectura colonial del siglo XIX.
El Valle de los Ingenios tuvo en lo que fuera la hacienda de Guáimaro, perteneciente al partido de Palmarejo (antigua división administrativa) uno de los “colosos” que ayudaron a forjar la leyenda de fortunas trinitarias, y colocar a Trinidad en la primera mitad del siglo XIX entre las tres primeras ciudades de Cuba por importancia.

Este ingenio llega a tener en 1830 una dotación de 300 esclavos hombres. En un plano realizado en el año 1857, aparece representado este ingenio con un poblado de esclavos, que al igual que en Manaca-Iznaga, fue levantado de embarrado y guano, pero situado en la ladera de la loma que servía de base a la gran casa de vivienda. Tanto el agrimensor Francisco Lavallee (183?), como Francisco Laplante (1857), reflejaron en su obra al ingenio Guáimaro. En ambas representaciones se pueden observar perfectamente los bohíos de los esclavos, ubicados ordenadamente al pie de la loma, “situados en terreno alto y seco, aseados y cómodos”; fueron levantados 32 de ellos y, al igual que los de Manaca-Iznaga, fueron construidos de mampostería y tejas.
El ingenio Guáimaro, poseía 84 caballerías, la primera noticia sobre este data de 1788, En 1827 logró la zafra más alta del mundo en su época: 82 000 @ de azúcar mascabada y purgada, (más de 900 t), con cuyo beneficio José Mariano Borrell construyó un palacio en las calles del Desengaño y Peña, hoy conocido por el nombre de Palacio Cantero.
A diferencia de la casa del ingenio de Buena Vista, desde el punto de vista cronológico, las casas de viviendas del valle por lo general, corresponden a fines del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX. Entre ellas la de Guáimaro es representativa de los usos constructivos generalizados en la ciudad de Trinidad a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Casi todas han sido transformadas en alguna medida, sin que ello afecte de modo sustancial la integridad tipológica de estas construcciones, con la salvedad de Güinía de Soto, remodelada a la manera ecléctica en el siglo XX y Manacas-Iznaga cuyo portal fue modificado y reconstruido cuando la restauración de la casa.
En todos los casos, son casas bien sólidas, construidas con mampostería y cubiertas con techos de madera, y están emplazadas en lugares privilegiados desde el punto de vista de la relación visual a establecer desde la casa hacia el entorno, aprovechando pequeñas elevaciones para el asentamiento, cuyo mejor ejemplo es el de Buena Vista. El portal es el elemento que distingue, por sobre otros, a esta vivienda, está adosado a la fachada principal y sostenido por pilares que, a su vez, sostienen una serie de arcos. El portal está techado con azoteas y los frentes se rematan en cornisa y pretil.

En Guáimaro, los corredores de los costados tienen horcones y están cubiertos con techos a la manera de colgadizos.

La presunción de que el portal en arcos sobre pilares de Guáimaro es una adición y modificación posterior se apoya en el modo en que este portal encaja sobre la fachada y su relación con el resto de los corredores. Las ventanas son protegidas con barrotes de madera y rematadas con cornisas y molduras similares a las que se aprecian en muchas de las viviendas de Trinidad.

En cuanto a la planimetría, estas casas aportan una configuración singular, como fórmula de adecuación a funciones distintas y a una nueva relación con el entorno. El núcleo principal de estas casas está formado por dos crujías, por los general compartidas cada una en tres estancias. Ello define un rectángulo, de igual disposición al que encontramos en las casas de la ciudad desde el siglo XVIII al XIX. Sin embargo, dicho rectángulo se inscribe como centro de otro rectángulo de mayores dimensiones, por lo general abierto al frente y fondo en forma de corredores y cerrado en los costados dando lugar a nuevos espacios que representan un acrecentamiento espacial en sentido perimetral. Es probable que este esquema sea la resultante orgánica y natural de una casa que, en principio, renuncia a los martillos y, por consecuencia, al patio central y, por el contrario, se abre en todas direcciones hacia el medio circundante.

Es, también deducible que estos nuevos espacios incorporados a las casas estuvieron destinados a alguna función de entretenimiento, trabajo o almacenaje de enseres o víveres. Los últimos moradores, hasta hace relativamente poco, de esta vivienda de Guáimaro le llaman a uno de estos espacios “la oficina”. Se conoce, además, que uno de los mismos estuvo originalmente destinado a capilla, cuya entrada se encuentra debidamente realzada con una portada anillada.
El rectángulo perimetral se inserta alrededor del núcleo básico que, en este caso, ha asimilado como parte de si las dependencias laterales que en Magua encontramos formando parte del rectángulo perimetral. Alrededor de este núcleo central conformado entonces por cinco dependencias en la primera crujía y posiblemente tres en la segunda, con la estancia central abierta en arcos hacia afuera, se desarrollan los corredores por los cuatro lados de la vivienda. Aunque esta vivienda es edificada a fines del XVIII, a principios del siglo XIX fue ampliada en sus laterales, con el añadido de las “oficinas” y la sustitución de los horcones de madera, similares a los de las fachadas laterales y trasera, por los arcos sobre pilares en la fachada principal.

La tercera generación de la famila Borrell, José Mariano Borrell y Lemus es quien da la forma definitiva a esta hermosa vivienda que ha llegado a nuestros días, este contrata al celebre arquitecto, decorador y pintor italiano radicado en Cuba: Daniel Dall Aglio, autor del Teatro Sauto y la Iglesia de San Pedro Apóstol ambas obras en Matanzas, para la decoración interior de la casa de vivienda del ingenio Guáimaro, trabajos que para febrero de 1859 ya había finalizado, se supone que las hiciera en la década del 1840 y que consistieron en uno de los salones más bellos del país, cubierto de pintura mural desde piso a techo, con temas Románticos y Neoclásicos a la usanza europea.

Grandes cuadros, enmarcados con ovas y recuadrados con grecas, como si fueran lienzos colocados sobre las mismas. Los cuadros representan escenas bucólicas, pastoriles, de ruinosos castillos, o reproducciones de conjuntos arquitectónicos neoclásicos y los característicos sauces que se aprecian en las pinturas románticas. La decoración de los muros, divididos en campos, es muy diferente a las que calificamos de populares.


La línea desaparece en favor de los volúmenes, con efectos de perspectiva. Se aprecia el manejo de una pincelada apretada y apenas perceptible, que forman grandes manchas en las que la gradación de los tonos es el principal apoyo para la delimitación de las imágenes. El tratamiento de la luz, en especial, la del atardecer, es uno de los mejores efectos logrados por estas pinturas.

Trinidad

Trinidad, fundada oficialmente como Villa de la Santísima Trinidad y llamada por algunos historiadores y habitantes como La Trinidad o Trinidad de Cuba. Es una ciudad ubicada en la región central de Cuba, específicamente en el sur de la provincia Sancti Spíritus, y es la capital del municipio del mismo nombre.

La Villa de la Santísima Trinidad fue la tercera villa fundada por la corona española en Cuba, a principios de 1514. La villa se fundó con la presencia del adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, y fue evolucionando con rapidez, gracias a la actitud emprendedora de sus habitantes, lo cual le posibilitó ser una de las más prósperas de la mayor de las Antillas.

El litoral trinitario posee más de cuatro kilómetros de finas arenas en la zona oriental de la península de Ancón. La playa María Aguilar, en la parte occidental, tiene una extensión de unos 500 metros de arena, con un hermoso segmento de costa, caracterizado por ser íntimo y apacible, a pocos metros de la costa tiene una barrera de coral muy bonita en la que se puede hacer snorkel.

El pueblo se encuentra entre el mar y las montañas que componen las Alturas de Trinidad, pertenecientes al Macizo de Guamuhaya. Esta zona montañosa abarca más del 70% del área total del municipio.

La arquitectura colonial de Trinidad la conforman amplias, ventiladas y cómodas casonas y palacios de desmesurado lujo para integrarse al arte colonial cubano y convertir a Trinidad en una indiscutible joya urbanística y arquitectónica del continente.

La diferencia está en el signo decorativo de sus viviendas. Su ornamentación neoclásica se refleja en murales, molduras, marcos de madera y en las tornadizas formas que los forjadores del hierro le estamparon en los sublimes enrejados, con el propósito que se cristalizara todo ese entorno en uno de los mayores hechizos de la ciudad.

Las calles empedradas se mueven sinuosamente, unas descendiendo la suave cuesta, otras desplazándose en curva, obligadas por la inclinación del suelo. El inicial núcleo poblacional de la villa en la ladera de una colina no respetó el cumplimiento de ordenanzas reales, que prescribían para los asentamientos del nuevo mundo una concepción renacentista del trazado urbano, según el cual cada edificación o espacio abierto, debía ajustarse al principio de un diseño de trama regular.

Trinidad es rica en plazas y plazuelas, en la ciudad encontramos la Casa Borrell donde se destacan sus discretas proporciones y las pinturas murales de la sala y la saleta. A solo cien metros al sur de Segarte, se halla la plazuela conocida como Las Tres Palmitas, formada por las calles Media Luna, Real del Jigüe y Cañada. Por su forma triangular, sus dimensiones y las edificaciones que la limitan, es un espacio agradable a la vista.

La plaza de Santa Ana, ubicada en el extremo oriental del Centro Histórico, a unos 500 metros de la Plaza Mayor, fue urbanizada hacia finales del siglo XVIII y constituyó el punto de acceso al Valle de los Ingenios e importante arteria comercial de la época. Allí se destacan dos edificaciones, la Ermita de Santa Ana y la Cárcel Real.

La plaza de las tres cruces se encuentra en el extremo noroeste del Centro Histórico, en el barrio conocido como El Calvario. En medio de su amplio espacio se levantan tres cruces de madera, allí instaladas al menos desde 1826 y que fueron punto de llegada de las procesiones católicas durante la Semana Santa y el Corpus, por lo cual la plaza adquirió relevancia desde los momentos iniciales de la conquista y colonización.

Otra plaza de significación especial, tiene el nombre histórico de Carrillo, aunque los trinitarios la conocen simplemente como el parque. Se localiza al sureste del Centro Histórico, pues a fines del siglo XVIII la ciudad tendía a crecer en esa dirección.

Trinidad es el municipio del país que cuenta con el mayor número de museos por cantidad de habitantes. Las cinco instituciones de este tipo más importantes se encuentran en el Centro Histórico de la ciudad.

Museo Municipal de Trinidad: está ubicado en el antiguo Palacio Cantero. Este bello museo muestra piezas y documentos históricos de la villa trinitaria.

Museo Romántico: recrea el ambiente de una típica residencia colonial trinitaria de los años 1830-1860 con una muestra de muebles y artes decorativas de los siglos XVIII y XIX. Presta servicios todos los días de 8:30 am a 5:00 pm, con excepción de los lunes, que no abre.

Museo de Arqueología Guamuhaya: muestra objetos pertenecientes a las comunidades aborígenes que vivían en la región centro-sur de la Isla de Cuba durante la etapa precolombina, además de algunos artículos valiosos de la etapa colonial, de la ciudad y los valles cercanos. Se encuentra ubicado en la antigua Casa de Padrón. Sus muros, puertas y herrajes constituyen el mejor testimonio del esfuerzo creador de varias generaciones de artesanos y del florecimiento experimentado por la ciudad durante los siglos XVIII y XIX.

Museo de Arquitectura Colonial: está ubicado en la antigua casa de la acaudalada familia Sanchéz, muestra el desarrollo arquitectónico de la ciudad en el transcurso de los siglos. Abierto todos los días de 8:30 am a 5:00 pm. Los viernes está cerrado todo el día.

Casa de la Trova: es un centro de reunión para las generaciones más jóvenes, se encuentra en un inmueble del 1777 que ha sido restaurado para el disfrute popular, donde se realizan conciertos periódicos. Abierto todos los días de 8:30 am a 5:00 pm. Los viernes está cerrado todo el día.

Torre Manaca – Iznaga: Otrora calificada como la Torre de Pisa cubana por su ligera inclinación, la Torre Iznaga, en la Ciudad de Trinidad al centro de país, continúa siendo una obra majestuosa digna de las leyendas que sobre ella se tejieron.

Cayo Blanco: Aguas adentro se encuentra Cayo Blanco, en cuya costa sur existe una pequeña playa de gran belleza. Al igual que El Ancón, es de arenas blancas y aguas cristalinas. Hacia el este de cayo Blanco hay un cayuelo excelente para la observación de pelícanos, gaviotas y corúas que acuden en grandes bandadas. También se pueden observar gran cantidad de iguanas y jutías que se pasean por todo el cayo. Hacia el oeste de Cayo también existen grandes colonias de coral a profundidades entre 18 y 40 metros. En algunos sitios la pared del canto submarino sobresale hacia el océano y forma gigantescas solapas donde existe gran variedad de pargos, chernas, cuberas, caguamas tortugas y careyes así como langostas y cangrejos.

Alojamiento recomendado: Casa Colonial Mercedes Cano en Calle Fernando Hernandez Echerri, 57. Situado entre la famosa torre del Museo de la Lucha Contra los Bandidos (antiguo convento de las Hermanas de San Francisco de Asís) y la Plaza Mayor, esta casa colonial de 1700 se mantuvo así en su forma original, con sus pisos de mármol y su amplio patio parcialmente sombreado para descansar, tomar el sol o disfrutar del desayuno. El precio es 30 CUC la noche y el desayuno 5 CUC por persona.

Trinidad: Museo de Arquitectura Colonial

Museo de Arquitectura. Se encuentra situado a un costado de la Plaza Mayor de la ciudad de Trinidad, en la central provincia de Sancti Spíritus, en la que antaño fuera la casa de la familia Sánchez Iznaga, conocida como la Casa Azul. Único de su tipo en el país, muestra el desarrollo de la casa vernácula y da la clave para la comprensión de la traza urbana de Trinidad en interrelación con los modos constructivos y el desarrollo económico vinculados a la explotación y comercio tabacalero primero y a la industria azucarera después, que dieron lugar a expresiones de vida y cultura reflejadas en la ciudad.

La naturaleza de las piezas que atesora la institución permite que el visitante pueda distinguir los elementos que caracterizan la arquitectura local, aquellos que convirtieron a Trinidad en la Ciudad Museo del Caribe, entre ellos se destacan: molduras, tablillas de techo, herrajes, ladrillos aplantillados, fragmentos de tirantes y diferentes tipos de puertas que posibilitan distinguir la historia de los trinitarios contadas por sus casas.

El Museo expone de manera coherente valores, características y temáticas relacionadas con el desarrollo de la cultura arquitectónica local durante el período colonial. Muestra el quehacer artístico y anónimo del artesanado criollo y la relación que existe entre la historia de la ciudad y su desenvolvimiento arquitectónico.

En sus ocho salas de exposición permanente se exhiben objetos de valor excepcional donde encontramos desde un plafón tallado en madera policromada que imita un Sátiro; una fabulosa colección de puertas que incluye las de cuarterones, de tableros, las llamadas o conocidas a la española; un fragmento de pared de embarro, originario de un inmueble desaparecido en el pasado siglo; hasta una litografía realizada por el francés Eduardo Laplante que recrea una vista panorámica de la villa trinitaria.

Las características de la museografía de la exposición producen un efecto de transparencia que permite la apreciación directa del inmueble como máximo elemento arquitectónico dentro de la colección, posibilitando al visitante el disfrute del espacio interior de la vivienda, con sus decoraciones murales, la originalidad de su techo, sus pisos, sus muros y su carpintería.

Cuenta además con una sala dedicada a exponer de manera transitoria la labor que desde sus inicios desarrollara en función de la salvaguardia y protección del patrimonio inmueble local. Así se ha podido disfrutar de excelentes muestras expositivas donde se ha dado a conocer el trabajo de investigadores, restauradores, dibujantes, albañiles, carpinteros, en fin de todas aquellas labores u oficios que dejan su impronta en un edificio, una plaza, un parque o una calle que recibe la acción restauradora de estas personas.

Sirve este espacio además para poner al disfrute de la comunidad las colecciones que atesora el museo dentro de sus fondos Museables, el resultado de las investigaciones del colectivo técnico, el quehacer de artistas y artesanos de la ciudad, ha servido también como área de exposición para los graduados de la Academia de Artes Plásticas de la ciudad y la Escuela de Oficios de Restauración de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios.


lunes, 15 de mayo de 2017

Trinidad: Museo de Arquitectura Colonial

Museo de Arquitectura. Se encuentra situado a un costado de la Plaza Mayor de la ciudad de Trinidad, en la central provincia de Sancti Spíritus, en la que antaño fuera la casa de la familia Sánchez Iznaga, conocida como la Casa Azul. Único de su tipo en el país, muestra el desarrollo de la casa vernácula y da la clave para la comprensión de la traza urbana de Trinidad en interrelación con los modos constructivos y el desarrollo económico vinculados a la explotación y comercio tabacalero primero y a la industria azucarera después, que dieron lugar a expresiones de vida y cultura reflejadas en la ciudad.

La naturaleza de las piezas que atesora la institución permite que el visitante pueda distinguir los elementos que caracterizan la arquitectura local, aquellos que convirtieron a Trinidad en la Ciudad Museo del Caribe, entre ellos se destacan: molduras, tablillas de techo, herrajes, ladrillos aplantillados, fragmentos de tirantes y diferentes tipos de puertas que posibilitan distinguir la historia de los trinitarios contadas por sus casas.

El Museo expone de manera coherente valores, características y temáticas relacionadas con el desarrollo de la cultura arquitectónica local durante el período colonial. Muestra el quehacer artístico y anónimo del artesanado criollo y la relación que existe entre la historia de la ciudad y su desenvolvimiento arquitectónico.

En sus ocho salas de exposición permanente se exhiben objetos de valor excepcional donde encontramos desde un plafón tallado en madera policromada que imita un Sátiro; una fabulosa colección de puertas que incluye las de cuarterones, de tableros, las llamadas o conocidas a la española; un fragmento de pared de embarro, originario de un inmueble desaparecido en el pasado siglo; hasta una litografía realizada por el francés Eduardo Laplante que recrea una vista panorámica de la villa trinitaria.

Las características de la museografía de la exposición producen un efecto de transparencia que permite la apreciación directa del inmueble como máximo elemento arquitectónico dentro de la colección, posibilitando al visitante el disfrute del espacio interior de la vivienda, con sus decoraciones murales, la originalidad de su techo, sus pisos, sus muros y su carpintería.

Cuenta además con una sala dedicada a exponer de manera transitoria la labor que desde sus inicios desarrollara en función de la salvaguardia y protección del patrimonio inmueble local. Así se ha podido disfrutar de excelentes muestras expositivas donde se ha dado a conocer el trabajo de investigadores, restauradores, dibujantes, albañiles, carpinteros, en fin de todas aquellas labores u oficios que dejan su impronta en un edificio, una plaza, un parque o una calle que recibe la acción restauradora de estas personas.

Sirve este espacio además para poner al disfrute de la comunidad las colecciones que atesora el museo dentro de sus fondos Museables, el resultado de las investigaciones del colectivo técnico, el quehacer de artistas y artesanos de la ciudad, ha servido también como área de exposición para los graduados de la Academia de Artes Plásticas de la ciudad y la Escuela de Oficios de Restauración de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y el Valle de los Ingenios.


jueves, 4 de mayo de 2017

Trinidad

Trinidad, fundada oficialmente como Villa de la Santísima Trinidad y llamada por algunos historiadores y habitantes como La Trinidad o Trinidad de Cuba. Es una ciudad ubicada en la región central de Cuba, específicamente en el sur de la provincia Sancti Spíritus, y es la capital del municipio del mismo nombre.

La Villa de la Santísima Trinidad fue la tercera villa fundada por la corona española en Cuba, a principios de 1514. La villa se fundó con la presencia del adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, y fue evolucionando con rapidez, gracias a la actitud emprendedora de sus habitantes, lo cual le posibilitó ser una de las más prósperas de la mayor de las Antillas.

El litoral trinitario posee más de cuatro kilómetros de finas arenas en la zona oriental de la península de Ancón. La playa María Aguilar, en la parte occidental, tiene una extensión de unos 500 metros de arena, con un hermoso segmento de costa, caracterizado por ser íntimo y apacible, a pocos metros de la costa tiene una barrera de coral muy bonita en la que se puede hacer snorkel.

El pueblo se encuentra entre el mar y las montañas que componen las Alturas de Trinidad, pertenecientes al Macizo de Guamuhaya. Esta zona montañosa abarca más del 70% del área total del municipio.

La arquitectura colonial de Trinidad la conforman amplias, ventiladas y cómodas casonas y palacios de desmesurado lujo para integrarse al arte colonial cubano y convertir a Trinidad en una indiscutible joya urbanística y arquitectónica del continente.

La diferencia está en el signo decorativo de sus viviendas. Su ornamentación neoclásica se refleja en murales, molduras, marcos de madera y en las tornadizas formas que los forjadores del hierro le estamparon en los sublimes enrejados, con el propósito que se cristalizara todo ese entorno en uno de los mayores hechizos de la ciudad.

Las calles empedradas se mueven sinuosamente, unas descendiendo la suave cuesta, otras desplazándose en curva, obligadas por la inclinación del suelo. El inicial núcleo poblacional de la villa en la ladera de una colina no respetó el cumplimiento de ordenanzas reales, que prescribían para los asentamientos del nuevo mundo una concepción renacentista del trazado urbano, según el cual cada edificación o espacio abierto, debía ajustarse al principio de un diseño de trama regular.

Trinidad es rica en plazas y plazuelas, en la ciudad encontramos la Casa Borrell donde se destacan sus discretas proporciones y las pinturas murales de la sala y la saleta. A solo cien metros al sur de Segarte, se halla la plazuela conocida como Las Tres Palmitas, formada por las calles Media Luna, Real del Jigüe y Cañada. Por su forma triangular, sus dimensiones y las edificaciones que la limitan, es un espacio agradable a la vista.

La plaza de Santa Ana, ubicada en el extremo oriental del Centro Histórico, a unos 500 metros de la Plaza Mayor, fue urbanizada hacia finales del siglo XVIII y constituyó el punto de acceso al Valle de los Ingenios e importante arteria comercial de la época. Allí se destacan dos edificaciones, la Ermita de Santa Ana y la Cárcel Real.

La plaza de las tres cruces se encuentra en el extremo noroeste del Centro Histórico, en el barrio conocido como El Calvario. En medio de su amplio espacio se levantan tres cruces de madera, allí instaladas al menos desde 1826 y que fueron punto de llegada de las procesiones católicas durante la Semana Santa y el Corpus, por lo cual la plaza adquirió relevancia desde los momentos iniciales de la conquista y colonización.

Otra plaza de significación especial, tiene el nombre histórico de Carrillo, aunque los trinitarios la conocen simplemente como el parque. Se localiza al sureste del Centro Histórico, pues a fines del siglo XVIII la ciudad tendía a crecer en esa dirección.

Trinidad es el municipio del país que cuenta con el mayor número de museos por cantidad de habitantes. Las cinco instituciones de este tipo más importantes se encuentran en el Centro Histórico de la ciudad.

Museo Municipal de Trinidad: está ubicado en el antiguo Palacio Cantero. Este bello museo muestra piezas y documentos históricos de la villa trinitaria.

Museo Romántico: recrea el ambiente de una típica residencia colonial trinitaria de los años 1830-1860 con una muestra de muebles y artes decorativas de los siglos XVIII y XIX. Presta servicios todos los días de 8:30 am a 5:00 pm, con excepción de los lunes, que no abre.

Museo de Arqueología Guamuhaya: muestra objetos pertenecientes a las comunidades aborígenes que vivían en la región centro-sur de la Isla de Cuba durante la etapa precolombina, además de algunos artículos valiosos de la etapa colonial, de la ciudad y los valles cercanos. Se encuentra ubicado en la antigua Casa de Padrón. Sus muros, puertas y herrajes constituyen el mejor testimonio del esfuerzo creador de varias generaciones de artesanos y del florecimiento experimentado por la ciudad durante los siglos XVIII y XIX.

Museo de Arquitectura Colonial: está ubicado en la antigua casa de la acaudalada familia Sanchéz, muestra el desarrollo arquitectónico de la ciudad en el transcurso de los siglos. Abierto todos los días de 8:30 am a 5:00 pm. Los viernes está cerrado todo el día.

Casa de la Trova: es un centro de reunión para las generaciones más jóvenes, se encuentra en un inmueble del 1777 que ha sido restaurado para el disfrute popular, donde se realizan conciertos periódicos. Abierto todos los días de 8:30 am a 5:00 pm. Los viernes está cerrado todo el día.

Torre Manaca – Iznaga: Otrora calificada como la Torre de Pisa cubana por su ligera inclinación, la Torre Iznaga, en la Ciudad de Trinidad al centro de país, continúa siendo una obra majestuosa digna de las leyendas que sobre ella se tejieron.

Cayo Blanco: Aguas adentro se encuentra Cayo Blanco, en cuya costa sur existe una pequeña playa de gran belleza. Al igual que El Ancón, es de arenas blancas y aguas cristalinas. Hacia el este de cayo Blanco hay un cayuelo excelente para la observación de pelícanos, gaviotas y corúas que acuden en grandes bandadas. También se pueden observar gran cantidad de iguanas y jutías que se pasean por todo el cayo. Hacia el oeste de Cayo también existen grandes colonias de coral a profundidades entre 18 y 40 metros. En algunos sitios la pared del canto submarino sobresale hacia el océano y forma gigantescas solapas donde existe gran variedad de pargos, chernas, cuberas, caguamas tortugas y careyes así como langostas y cangrejos.

Alojamiento recomendado: Casa Colonial Mercedes Cano en Calle Fernando Hernandez Echerri, 57. Situado entre la famosa torre del Museo de la Lucha Contra los Bandidos (antiguo convento de las Hermanas de San Francisco de Asís) y la Plaza Mayor, esta casa colonial de 1700 se mantuvo así en su forma original, con sus pisos de mármol y su amplio patio parcialmente sombreado para descansar, tomar el sol o disfrutar del desayuno. El precio es 30 CUC la noche y el desayuno 5 CUC por persona.

Trinidad: Valle de los ingenios

Denominado oficialmente como Valle de San Luis. Verdadera fuente del patrimonio de la antigua ciudad cubana de Trinidad, declarado por la UNESCO en 1988 Patrimonio de la Humanidad. Situado entre las montañas y el mar, es un verdadero monumento arqueológico a la industria azucarera cubana.

La historia del valle es tan antigua como la de la ciudad. Desde tiempos inmemoriales, los habitantes autóctonos cultivaron el tabaco, lo que fue asumido por los españoles tan pronto se asentaron en el territorio. En las márgenes de los ríos Arimao, Caracusey y Agabama se hicieron vegas de tabaco desde principios del Siglo XVII. El valle también fue sostén de la ganadería y del cultivo de frutos menores, lo que transformó a la región en uno de los asentamientos de mayores posibilidades de intercambio de la isla. La llegada en 1655 de emigrantes españoles procedentes de Jamaica contribuyó al desarrollo de la industria azucarera en una zona que poseía óptimas condiciones para la producción de azúcar: fértiles tierras, regadas por caudalosos ríos y cercanas a puertos de embarque. En la primera mitad del Siglo XVIII, la inversión de capitales foráneos opera como palanca impulsora.

Entre 1700 y 1750 existieron alrededor de 20 trapiches. En la segunda mitad del Siglo XVIII Trinidad define su vocación azucarera y gracias a ello se levantará como una de las poblaciones más avanzadas de la isla. En los inicios del Siglo XIX se inicia el gran boom azucarero de la zona, beneficiada por una serie de circunstancias nacionales e internacionales que repercuten de modo favorable en la localidad. Trinidad se había convertido en una de las ciudades de mayor florecimiento económico y socio-cultural de Cuba, ello se debió al sorprendente desarrollo de la industria azucarera . A mediados del siglo XIX Trinidad se había convertido en una de las ciudades de mayor florecimiento económico y socio-cultural de Cuba, ello se debió al sorprendente desarrollo de la industria azucarera en un enorme y bien delimitado territorio que hoy conocemos como el Valle de los Ingenios. En esos años, se consolidaron las grandes fortunas locales que actuarían en la ciudad y en el, desde entonces, llamado Valle de los Ingenios.

Hacia 1840, las posibilidades de explotación del valle estaban agotadas, tanto a lo referente a la fertilidad de los terrenos como a las tierras disponibles. Se produjo un éxodo de capitales hacia otras regiones. La aparición del azúcar de remolacha en el mercado internacional provocó una desigual e insuperable competencia entre los productores cubanos y europeos. Estos factores, conjuntamente con la crisis mundial de 1857 y el inicio de la guerra de independencia en 1868, provocaron que la ciudad iniciara una larga trayectoria de decadencia a partir de los mediados del siglo XIX.

Entre los exponentes conservados de mayor riqueza están las casas-hacienda de los ingenios Manaca-Iznaga,Buena Vista, Delicias, Guáimaro y Magua, ejemplos de la sobreimposición de los códigos de la arquitectura neoclásica sobre la estructura espacial típica de la casa-plantación de la colonia española; las torres-campanario de San Isidro y Manaca-Iznaga, símbolos de poder clasista con aspiraciones de perpetuidad.
Las obras hidráulicas de los ingenios San Isidro y Santa Elena, impresionantes muros y artesas de piedras labrada, concebidos para solucionar la canalización y el drenaje de terrenos bajos y de alta salinidad; el asentamiento rural de arquitectura vernácula de San Pedro, fundado en el siglo XVIII por negros libertos y pequeños colonos y el caserío que fue de albergue de las dotaciones de esclavos, formado por pequeños ranchos de mampostería y tejas, que aún se conserva en Manaca-Iznaga


Las casas de vivienda existentes en el Valle de los Ingenios, constituyen exponentes del tipo de fabricación vinculada a actividades económicas, esencialmente la fabricación de azúcar y, ambas, constituyen la interrelación entre el marco natural, expresiones constructivas y restos representativos de generaciones.

Trinidad: Ingenio Guáimaro

El Ingenio “Guáimaro” Ubicado en el Valle de los Ingenios, en el municipio de Trinidad en la provincia de Sancti Spíritus, joya de la arquitectura colonial del siglo XIX.
El Valle de los Ingenios tuvo en lo que fuera la hacienda de Guáimaro, perteneciente al partido de Palmarejo (antigua división administrativa) uno de los “colosos” que ayudaron a forjar la leyenda de fortunas trinitarias, y colocar a Trinidad en la primera mitad del siglo XIX entre las tres primeras ciudades de Cuba por importancia.

Este ingenio llega a tener en 1830 una dotación de 300 esclavos hombres. En un plano realizado en el año 1857, aparece representado este ingenio con un poblado de esclavos, que al igual que en Manaca-Iznaga, fue levantado de embarrado y guano, pero situado en la ladera de la loma que servía de base a la gran casa de vivienda. Tanto el agrimensor Francisco Lavallee (183?), como Francisco Laplante (1857), reflejaron en su obra al ingenio Guáimaro. En ambas representaciones se pueden observar perfectamente los bohíos de los esclavos, ubicados ordenadamente al pie de la loma, “situados en terreno alto y seco, aseados y cómodos”; fueron levantados 32 de ellos y, al igual que los de Manaca-Iznaga, fueron construidos de mampostería y tejas.
El ingenio Guáimaro, poseía 84 caballerías, la primera noticia sobre este data de 1788, En 1827 logró la zafra más alta del mundo en su época: 82 000 @ de azúcar mascabada y purgada, (más de 900 t), con cuyo beneficio José Mariano Borrell construyó un palacio en las calles del Desengaño y Peña, hoy conocido por el nombre de Palacio Cantero.
A diferencia de la casa del ingenio de Buena Vista, desde el punto de vista cronológico, las casas de viviendas del valle por lo general, corresponden a fines del siglo XVIII y las primeras décadas del XIX. Entre ellas la de Guáimaro es representativa de los usos constructivos generalizados en la ciudad de Trinidad a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Casi todas han sido transformadas en alguna medida, sin que ello afecte de modo sustancial la integridad tipológica de estas construcciones, con la salvedad de Güinía de Soto, remodelada a la manera ecléctica en el siglo XX y Manacas-Iznaga cuyo portal fue modificado y reconstruido cuando la restauración de la casa.
En todos los casos, son casas bien sólidas, construidas con mampostería y cubiertas con techos de madera, y están emplazadas en lugares privilegiados desde el punto de vista de la relación visual a establecer desde la casa hacia el entorno, aprovechando pequeñas elevaciones para el asentamiento, cuyo mejor ejemplo es el de Buena Vista. El portal es el elemento que distingue, por sobre otros, a esta vivienda, está adosado a la fachada principal y sostenido por pilares que, a su vez, sostienen una serie de arcos. El portal está techado con azoteas y los frentes se rematan en cornisa y pretil.

En Guáimaro, los corredores de los costados tienen horcones y están cubiertos con techos a la manera de colgadizos.

La presunción de que el portal en arcos sobre pilares de Guáimaro es una adición y modificación posterior se apoya en el modo en que este portal encaja sobre la fachada y su relación con el resto de los corredores. Las ventanas son protegidas con barrotes de madera y rematadas con cornisas y molduras similares a las que se aprecian en muchas de las viviendas de Trinidad.

En cuanto a la planimetría, estas casas aportan una configuración singular, como fórmula de adecuación a funciones distintas y a una nueva relación con el entorno. El núcleo principal de estas casas está formado por dos crujías, por los general compartidas cada una en tres estancias. Ello define un rectángulo, de igual disposición al que encontramos en las casas de la ciudad desde el siglo XVIII al XIX. Sin embargo, dicho rectángulo se inscribe como centro de otro rectángulo de mayores dimensiones, por lo general abierto al frente y fondo en forma de corredores y cerrado en los costados dando lugar a nuevos espacios que representan un acrecentamiento espacial en sentido perimetral. Es probable que este esquema sea la resultante orgánica y natural de una casa que, en principio, renuncia a los martillos y, por consecuencia, al patio central y, por el contrario, se abre en todas direcciones hacia el medio circundante.

Es, también deducible que estos nuevos espacios incorporados a las casas estuvieron destinados a alguna función de entretenimiento, trabajo o almacenaje de enseres o víveres. Los últimos moradores, hasta hace relativamente poco, de esta vivienda de Guáimaro le llaman a uno de estos espacios “la oficina”. Se conoce, además, que uno de los mismos estuvo originalmente destinado a capilla, cuya entrada se encuentra debidamente realzada con una portada anillada.
El rectángulo perimetral se inserta alrededor del núcleo básico que, en este caso, ha asimilado como parte de si las dependencias laterales que en Magua encontramos formando parte del rectángulo perimetral. Alrededor de este núcleo central conformado entonces por cinco dependencias en la primera crujía y posiblemente tres en la segunda, con la estancia central abierta en arcos hacia afuera, se desarrollan los corredores por los cuatro lados de la vivienda. Aunque esta vivienda es edificada a fines del XVIII, a principios del siglo XIX fue ampliada en sus laterales, con el añadido de las “oficinas” y la sustitución de los horcones de madera, similares a los de las fachadas laterales y trasera, por los arcos sobre pilares en la fachada principal.

La tercera generación de la famila Borrell, José Mariano Borrell y Lemus es quien da la forma definitiva a esta hermosa vivienda que ha llegado a nuestros días, este contrata al celebre arquitecto, decorador y pintor italiano radicado en Cuba: Daniel Dall Aglio, autor del Teatro Sauto y la Iglesia de San Pedro Apóstol ambas obras en Matanzas, para la decoración interior de la casa de vivienda del ingenio Guáimaro, trabajos que para febrero de 1859 ya había finalizado, se supone que las hiciera en la década del 1840 y que consistieron en uno de los salones más bellos del país, cubierto de pintura mural desde piso a techo, con temas Románticos y Neoclásicos a la usanza europea.

Grandes cuadros, enmarcados con ovas y recuadrados con grecas, como si fueran lienzos colocados sobre las mismas. Los cuadros representan escenas bucólicas, pastoriles, de ruinosos castillos, o reproducciones de conjuntos arquitectónicos neoclásicos y los característicos sauces que se aprecian en las pinturas románticas. La decoración de los muros, divididos en campos, es muy diferente a las que calificamos de populares.


La línea desaparece en favor de los volúmenes, con efectos de perspectiva. Se aprecia el manejo de una pincelada apretada y apenas perceptible, que forman grandes manchas en las que la gradación de los tonos es el principal apoyo para la delimitación de las imágenes. El tratamiento de la luz, en especial, la del atardecer, es uno de los mejores efectos logrados por estas pinturas.